Este Blog surge de la práctica en el aula del curso: "Utilizando la red para enseñar y aprender"

Realizado por los profesores que han asistido al curso, siendo el objetivo la aplicación didáctica del Blog en el aula: Blog colectivo "Maravillas del mundo".

Se ha dividido la clase en grupos de forma que a cada grupo se le ha asignado una tarea dentro del tema "Joyas del mundo"

Valle de los Reyes, Egipto. ORÏGENES

Orígenes: La dinastía XVIII El primer rey conocido que abandonó la necrópolis de Dra Abu el-Naga fue el tercer faraón de la dinastía XVIII, el gran Thutmose I, que, en torno al año 1500 antes de nuestra era (gobernó de 1504 a 1492 adC), encargó a su mano derecha y arquitecto real Ineni la construcción de su tumba en medio del mayor secreto. El propio Ineni se jacta de su eficacia afirmando: nadie me vio, nadie me oyó.
En un principio es posible que se pensase en el Valle de los Reyes como un cementerio familiar, no sólo dedicado a los reyes. Prueba de ello son más numerosas tumbas menores, casi todas de tiempos de la dinastía XVIII, en las que sin duda debieron de ser enterrados reinas, príncipes y princesas. Sería sólo a partir de la fundación del Valle de las Reinas cuando la cantidad de personajes no reales enterrados en el Valle de los Reyes desciende drásticamente. Las tumbas de la dinastía XVIII han sido, en su gran mayoría, las últimas en ser descubiertas. Esto se debe a lo bien que disimularon los constructores de tumbas su entrada, y a los escombros que cayeron en los umbrales con el paso del tiempo. Aun así, que se sepa, tan sólo dos de ellas (las tumbas 46 y 62, ambas de esta época) mantuvieron todos sus tesoros y ocupantes indemnes y a salvo de saqueadores. El Valle de los Reyes sufrió en tiempos de esta dinastía algunas tentativas de ser abandonado: se cree que Thutmose II construyó su tumba en otro lugar; Amenhotep III lo hizo en el Valle Occidental, alejándose de la tradición; e incluso Ajenatón, al trasladar la capitalidad a Ajetatón, su nueva ciudad construida en medio del desierto, diseñó una necrópolis en la moderna Tell el-Amarna. Es posible que, omitiendo los motivos religiosos y políticos concernientes a Ajenatón, los otros intentos fuesen debido a la aparición de los primeros saqueadores de tumbas, que ni siquiera los soldados reales y las guardias nocturnas podían evitar.

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